Aprendamos a comunicarnos en el conflicto

Ervin Granera

 Es posible que familias vivan juntas físicamente y a la vez separadas emocionalmente. Este descuido de la necesaria intimidad se relaciona estrechamente con la forma e intención a la hora de comunicarnos. Dios nos ha facultado, como seres humanos, con este primordial recurso relacional y aunque contamos con varias formas de mostrarnos y conectarnos con los demás, se dará énfasis en este espacio a la comunicación verbal.

Ahora bien, aunque como seres humanos estamos capacitados para comunicarnos, resulta necesario aprender a comunicarnos de manera que no “rebosemos en palabras malvadas: “El corazón del justo piensa bien antes de hablar; la boca de los perversos rebosa de palabras malvadas”. (Prv. 15:28 NTV). Notemos como este versículo revela la importancia de “pensar bien” y esto porque el temor, la apatía, la obstinación, la hostilidad, etc., retienen la voluntad de una sana conversación. Esta capacitación de un “pensar bien” es a partir de un corazón transformado (el corazón del justo) por el poder del evangelio deCristo.

A ver, cada uno de nosotros tenemos nuestras propias necesidades, preocupaciones y a la vez, en algunas ocasiones, sentimos que a nadie le importan realmente. Un tecnicismo en una comunicación con otro(a) no llegará muy lejos, me refiero a que una comunicación efectiva, aunque busque apelar ala razón, será necesario primero que sepa cómo enfrentar a las emociones que se interpondrán en ese proceso. No es desestimar las emociones, sino verlas como un medio para alcanzar el necesario estado lógico y reflexivo para poder analizar, tomar decisiones prácticas, inteligentes y éticas en un posible conflicto.

Bajo situaciones estresantes y frustrantes, no habrá grandes logros reflexivos, pues el estado mental que predomina es el emocional. Acá no hay lógica que funcione, solo modo de defensa o ataque por parte de quien está secuestrado por sus emociones. En este estado, una conversación mal llevada es realmente muy peligrosa, pues emociones como la ira se alimentan del temor, el dolor o la frustración. Es una línea muy delgada para llegar a un descontrol de la persona manifestada en una agresión física violenta e incluso mortal hacia otra persona o hacia sí misma. El estrés inunda nuestro sistema nervioso, liberando adrenalina que inhibe las facultades racionales(ejecutivas). En este punto, la inteligencia emocional[1] es inútil.

Por nuestra condición existencial que nos lleva constantemente a buscar aprobación, valoración y comprensión (todas ellas plenas en Jesucristo), nos resultará positivamente abrumador cuando nos sentimos sentidos por otro(a). El éxito en una conversación inicia cuando el otro se ve reflejado en nosotros (empatía). Este estado permite la apertura para avanzar en la persuasión mediante la argumentación. Es desarrollar la dinámica de entender una necesidad emocional en el otro(a) y responder a ella antes de apelar a un diálogo donde “se requiera pensar”. Veamos algunas sugerencias para comunicarnos bien en un conflicto [2]:

  • Dominio propio. Si usted cree en Jesucristo como su Salvador y Señor por fe (Ef.2:8-10), ya opera el Espíritu Santo en su corazón y parte del fruto en nuestra vida es el dominio propio (Gál.5:22). A la vez, somos llamados a aplicar dicho fruto, sobreponiéndonos a lo que sería una respuesta natural (temor, defensa, enojo, etc.). La Biblia dice que “las personas sensatas no pierden los estribos; se ganan el respeto pasando por alto las ofensas”. (Prv 19:11. NTV). El principio es guardar nuestras palabras, no importa lo que la otra persona diga o haga. Sigo apoyándome en el consejo divino: “Nunca respondas al necio de acuerdo con su necedad, para que no seas tú también como él”.(Prv 26:4). Dos personas discutiendo en modo emocional es contraproducente, así que debemos saber identificar nuestras señales físicas (cambio de tono y fuerza de la voz, palpitaciones aceleradas, falta de aire, etc.) y admitir nuestras propias emociones, nombrándolas (tengo enojo, estoy asustado, estoy impaciente, etc.) para no permanecer en ellas y que nos controlen.
  • Escuchemos más allá de nuestra percepción. Lleva a la pregunta, ¿Qué tanto conocemos a las personas que conocemos? En cada interacción personal aplicamos la percepción y generalmente percibimos mal. Pasamos fácilmente de “percibo que está enojado” a juzgar que “es un amargado” (etiquetamos rápidamente). Lo anterior bloquea la opción de escuchar, impide ver más allá de la emoción que la otra persona expresa. Eliminado ese filtro, realmente escucharemos. El Señor le dijo al profeta Samuel: “La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón”. (1S.16:7 NVI). Luego, permanecer con ideas preconcebidas hacia una persona afectará la forma en como la escuchamos hoy.
  • Hagamos que la otra persona se sienta sentida. Es simple, sentirse sentido cambia a la gente y les saca de su soledad, ansiedad, pasando de una actitud defensiva a una que estimula el escuchar y evaluar. ¿Cómo hacerlo? Identifique la emoción de la otra persona (enojo, temor, etc.). Confírmela (noto que te sientes enojado, ¿es así?). Interésese por la razón de ese sentimiento y de espacio para el desahogo sin interrupciones (hay que procurar mucha paciencia y autocontrol acá). Pregunte, ¿qué debe suceder (términos generales) para que te sientas mejor? ¿qué puedo hacer para que te sientas mejor? Lo anterior produce conexión y el ambiente interpersonal será positivamente diferente y prepara el camino de la persuasión mediante la argumentación.
  • Interesémonos más antes de procurar ser interesantes. Posiblemente hemos ocupado la mayoría de esfuerzos en vernos interesantes y es tiempo de interesarnos genuinamente por los otros. Escuchar más que impresionar.

Lograremos una mejor resolución de un conflicto cuando iniciamos apelando a la parte emocional como medio para llegar al necesario estado racional y reflexivo, no antes.

Ervin Granera
duoentrecuerdas@gmail.com


[1] La inteligencia emocional es la capacidadque tenemos en reconocer, controlar y utilizar nuestras propias emociones yreconocer las emociones de los demás. Así, tomamos buenas decisiones antesituaciones difíciles.

[2] Lospuntos 2,3 y 4 fueron basadosen el libro ¡…Sólo escucha! de Mark Goulston.

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