Una pastoral familiar para contener el flagelo de la violencia

Ervin Granera

Cuando la Biblia habla de la humanidad no parte del individuo, sino de la familia, de esa comunidad esencial que da razón de ser al individuo: “Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. (Gén.1:27). Luego, es en el seno del hogar donde el hombre reconoce a la mujer como parte de sí mismo: “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne…”(Gén.2:23). Es necesario reflexionar el profundo concepto de la imagen que seproyecta de Dios en su creación, no limitada a un individuo, sino a unacomunidad (“varón y hembra”) y con el firme propósito de “fructificad y multiplicaos” (Gén.1:28). Esto es una bendición. Así que el cuadro completo sería hombre-mujer-hijo(a) como la imagen y semejanza de Dios.

 

Hablar de la humanidad es hablar de la familia, donde el ser humano se hace más humano. Es por esta razón que debemos estar sumamente atentos a aquellas fuerzas (internas y externas) que desestabilicen y ataquen la integridad y seguridad familiar. Una de ellas es la que desestima a la familia como fuente primaria de la instrucción bíblica, basede toda ética. Bueno sería acá pensar en quiénes son los sujetos de laformación de nuestros hijos(as) y si éstos están fuera de nuestro control y con propósitos e intenciones alejados de la fe bíblica, porque la familia es la primera responsable de atender, obedecer y mantener siempre vigentes las ordenanzas del Señor. De la palabra de Dios escrita tomamos principios que son la base de los valores familiares y, por tanto, de la sociedad. Este cuerpo de doctrina es lo que llamamos fe.

 

Jesucristo, persona divina en igualdad con el Padre (“Yo y el Padre uno somos”. Jn.10:30) es el “autor y consumador de la fe”(He.12:2), es decir, ese alguien y ese algo en qué creer, porque se hizo hombre para revelar la voluntad del ser de Dios y así tengamos vida al obedecerla por amor, lo cual exige un compromiso, un rendirse, una entrega. Así que fe es una respuesta (no una obra) a lo que Dios ha hablado plenamente en Cristo y esa dinámica busca ser el fundamento de cada aspecto de nuestra vida. Además, la fe verdadera es una fe que se robustece a lo largo de la vida.

 

Esta respuesta a la voluntad de Dios busca ser vivida no sólo cuando llegamos a la iglesia de forma congregacional, sino desde la cotidianidad de la familia. Por cierto, el concepto “familia” incluye el modelo con un solo progenitor, no como el ideal creacional, sino como una concesión. Es el hogar, ni siquiera una iglesia local, el centro de enseñanza y vivencia de una vida en Cristo. Como padres, ésta sublime tarea de formación en la fe (responder a la voluntad de Dios para aplicarlo en nuestras vidas) no debemos encomendarla a medios sociales masivos, escuelas, colegios u otro centro de enseñanza: Es propio de la familia, por lo que la acción pastoral desde la iglesia local buscará enfocar sus medios evangelísticos a la ministración de los hogares y refuerzo de este principio vital. Una familia congregada debe alimentarse, animarse y edificarse desde el púlpito y con la palabra de Dios para que cumpla su propósito misional. “Misión” podemos definirla como la capacitación del Espíritu Santo para reflejar el amor de Dios con hechos concretos en un mundo de dolor, violencia y desesperanza. Es vivir en paz con Dios y con el prójimo (el más próximo), y luego procurarla en el mundo. Incluye el actuar con equidad en nuestro contexto social y luchar por la justicia. Permítanme decir acá, con base a lo anterior, que la evangelización depende en grado importante de la iglesia doméstica, porque evangelizar es compartir una buena nueva, pero desdela vivencia personal.

 

Así es como la iglesia local dejade ser la temporalidad de una estructura idealista de fin de semana, para llegar a ser un centro de comunión de discípulos que reciben a familias robustecidas en la fe, para edificarnos y adorar al Señor mientras esperamos su gloriosa venida y todo bajo la comisión de anunciar el evangelio del reino de Dios (carácter misional).

 

¿Cómo cabría el flagelo de la violencia doméstica en este marco?  Pues será posible en familias o miembros de ellas que formen parte de una iglesia local solo con el fin de llenar sus necesidades psicológicas o sociales, por su soledad, porque la iglesia parece satisfacer sus aspiraciones de amistad y comprensión. Cuando los padres descuidamos la formación bíblica en nuestros hogares, promovemos un estado de vulnerabilidad que llevará a un impacto negativo en la vida de individuos y comunidades.

 

Necesitamos seguir desarrollando y aplicando una pastoral de la familia que mantenga en balance la enseñanza bíblica y las circunstancias contextuales en las cuales éstas se desenvuelven. Así se contribuirá, desde la iglesia local, con recursos para combatir las fuerzas de la filosofía de vida del sistema en el que estamos envueltos. En otras palabras, desarrollar una predicación en el contexto vivencialde nuestras comunidades, formadas por familias inmersas en desafíos importantesque requieren la sabiduría de lo alto, donde el tema de la violencia doméstica en todas sus manifestaciones, por ejemplo, tenga un espacio relevante en la agenda hermenéutica.

 

Ervin Granera
duoentrecuerdas@gmail.com

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